Aún recuerdo todos los síntomas que padecí la primera vez que pisé estas tierras, y, sin embargo, esta vez me asombro -positivamente- al comprobar la simbiosis que experimentamos el gran gigante y yo.
No me puedo (casi) quejar. Todo me va a pedir de boca: ya conocí a uno de los grupos de alumnos que voy a tener, y el recibimiento por su parte fue perfecto.
Aquí tenéis algunas instantáneas que así lo demuestran:
Mis alumnos de nivel básico-intermedio... ¿a que son simpáticos? :)
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